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| Navarro lanza un triple ante Carroll. ACB-PHOTO |
Quedaban aún catorce minutos de partido en el Centro Insular y Jaycee Carroll miraba a su banquillo desesperado. El escolta norteamericano enviaba un mensaje visual. “Pedro, no hay nada que hacer”. Su rival, Juan Carlos Navarro, acababa de meter un triple imposible, el segundo suyo consecutivo en el tercer parcial, y el cuarto del Barcelona en el partido (40-47). La nave azulgrana empezaba a andar a toda máquina, y el escolta catalán dinamitaba desde el perímetro el embrujo amarillo en su cancha que le había hecho ganar a los culés en las últimas cinco citas de la fase regular de la ACB en la Isla.
Demoledor. Insultante. Abrumador. El Gran Canaria tuvo que tirar la toalla y reconocer la superioridad del Barça en los últimos quince minutos de partido. Hasta el ecuador del tercer cuarto (37-36), el conjunto resistía con entereza a la amenaza del líder de la competición, que trataba de recuperar el momentáneo relevo que le había hecho en la primera plaza el Real Madrid un día antes. El Barça, serio y concienciado de que jugar en la Isla requiere galones de play off, lo dio casi todo; y siguió los pasos de su líder, Navarro, para deshacer la esperanza local de una nueva hazaña.
El duelo Carroll – Navarro duró el mismo tiempo que resistía la igualdad en el electrónico. Desde que se desequilibró esa lucha individual, de nada servía que los otros emparejamientos del partido se resolvieran casi al cincuenta por ciento. Bramos intentó resolver la fisura de los insulares relevando a su compañero para intentar desactivar a la Bomba, pero para ese entonces, poco parecía importarle a los de Xavi Pascual cualquier reacción local. Su defensa de alto ‘octanaje’ era insalvable para los sistemas del Gran Canaria y de esa manera, las diferencias se estiraban por encima de los diez puntos nada más empezar el último cuarto (45-60) con un nuevo triple de un Navarro que sacó petróleo de la división de la defensa que hacían una y otra vez los blaugranas con un juego cada vez más fluido.
Aplacados los ánimos del equipo, la afición confiaba en el sí se puede con la misma timidez que sus jugadores, y aunque un penúltimo esfuerzo defensivo, dejando al Barça si poder tirar a canasta y un triple de Carroll hicieron pensar en el milagro, otra vez Navarro aplacó la euforia local y se asoció con Lorbek para dejar vista para sentencia la décima victoria blaugrana en la pista grancanaria (50-68) a 2.26 para el final del partido. Para ese entonces, Ricky Rubio se acercaba a Navarro y buscaba con su palma de la mano la de su capitán para congratularse de un triunfo que rompe una racha, pero que a los aficionados locales no les cortó el ánimo del ¡Sí sí sí, nos vamos a Madrid!
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El duelo Carroll – Navarro duró el mismo tiempo que resistía la igualdad en el electrónico. Desde que se desequilibró esa lucha individual, de nada servía que los otros emparejamientos del partido se resolvieran casi al cincuenta por ciento. Bramos intentó resolver la fisura de los insulares relevando a su compañero para intentar desactivar a la Bomba, pero para ese entonces, poco parecía importarle a los de Xavi Pascual cualquier reacción local. Su defensa de alto ‘octanaje’ era insalvable para los sistemas del Gran Canaria y de esa manera, las diferencias se estiraban por encima de los diez puntos nada más empezar el último cuarto (45-60) con un nuevo triple de un Navarro que sacó petróleo de la división de la defensa que hacían una y otra vez los blaugranas con un juego cada vez más fluido.
Aplacados los ánimos del equipo, la afición confiaba en el sí se puede con la misma timidez que sus jugadores, y aunque un penúltimo esfuerzo defensivo, dejando al Barça si poder tirar a canasta y un triple de Carroll hicieron pensar en el milagro, otra vez Navarro aplacó la euforia local y se asoció con Lorbek para dejar vista para sentencia la décima victoria blaugrana en la pista grancanaria (50-68) a 2.26 para el final del partido. Para ese entonces, Ricky Rubio se acercaba a Navarro y buscaba con su palma de la mano la de su capitán para congratularse de un triunfo que rompe una racha, pero que a los aficionados locales no les cortó el ánimo del ¡Sí sí sí, nos vamos a Madrid!
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